sábado, 29 de junio de 2013

El poder de la mirada

Cuando leí "El poder de la mirada" me pareció digno de ser publicado así que aquí os dejo el texto para que disfrutéis de su lectura. Ésta es la primera entrada no escrita por Limahoya que publico en el blog con permiso de la autora, por supuesto. Espero que en el futuro pueda incluir más textos interesantes de otros autores que quieran publicar en "limatesa y limahoya" o como dirían en las películas "siento que este es el comienzo de una gran amistad" (a Limahoya a veces le afecta el calor o_O!!).

El poder de la mirada

El poder es entendido por José Miguel G. Cortés como la capacidad que poseemos para definir y controlar las circunstancias y acontecimientos que pueden influir para que las cosas funcionen en la dirección de nuestros propios intereses. Este poder se puede ejercer de maneras diversas, desde su forma más sofisticada, la seducción, a la más sugestiva y estable, la autoridad, pasando por la más agresiva ,la coerción, o la más intrigante, la manipulación. El uso de dicho poder solo es tolerable durante un periodo de tiempo y su éxito está íntimamente relacionado con su capacidad para ocultar sus mecanismos e intenciones.

Es en este contexto en el que surge la relación de la arquitectura con el poder ya que ésta tiene la capacidad de representar a la autoridad al mismo tiempo que enmascara sus vinculaciones con ella bajo un tecnificado discurso pretendidamente desprovisto de ideología.

La arquitectura siempre representa algo más que a ella misma desde el momento en el que se distingue de la mera construcción. Es imposible desligar el concepto arquitectónico de su función social y mucho menos de su papel protector. El origen de la edificación de las ciudades surge de la necesidad de defensa y protección. Las murallas trazadas por el hombre separaban el mundo ordenado y controlado de la naturaleza salvaje en la que reinaba la ley del más fuerte. Sin embargo en el transcurso de los siglos esta visión de la ciudad se transforma al aparecer dentro de las propias fortificaciones, peligros y miedos que atentan contra esa seguridad. La ciudad y sus arquitecturas se transforman paulatinamente para dar solución de una forma invisible pero eficaz a los cambios sociales que se muestran como una amenaza para determinados sectores de la sociedad.

Desde finales del siglo XVIII, y según Foucault, comienza a desarrollarse lentamente el proceso de domesticación de la vida social. En esta época se generalizó la idea de que los individuos potencialmente peligrosos eran los criminales comunes y los revolucionarios. Más tarde, con la aparición del sistema capitalista y la industrialización como forma de producción surge un tercer peligro potencial, el proletario, figura que por su contexto y forma de vida llevaba inherente en sí misma la tendencia de transformarse en cualquiera de los dos primeros. Con la aparición de estos nuevos conceptos sociales desaparece el binomio ciudad-seguridad para dar paso a la ciudad del miedo. Las ciudades se convierten en espacios en los que hay que prevenir la amenaza.

Ante la necesidad de controlar los peligros hipotéticos que implica una gran masa de población que vive en condiciones infrahumanas y que puede revelarse en cualquier momento surgen las arquitecturas vigilantes. Una nueva forma de pensar la ciudad en la que a través del orden, la disciplina y el control se garantizaría la alienación y aletargamiento de ese estrato social.

Una de las primeras actuaciones urbanas en esta línea vigilante se realizó durante la revolución francesa. La muchedumbre y su movimiento a través de las calles parisinas aportó una fuerza al pueblo que no hubiera tenido cada individuo de forma aislada. A partir de la revolución francesa comienza la creación de lugares transparentes, panópticos y sin obstáculos que posibilitan la vigilancia policial de las multitudes.


                  

Es en esta misma línea de pensamiento en la que surgen los estudios del filósofo y reformador social británico, Jeremy Bentham y su famoso “Panopticon and Inspection house”. En sus textos describía una nueva clase de prisión que nunca llegó a construirse pero que influyó fuertemente en lo que se denominó como “el poder de la mirada”. Bentham ideó un edificio pensado para instituciones en las que fuera necesario el control de un gran número de personas. Se trataba de un edificio cilíndrico en torno al cual se distribuían las celdas individuales y perfectamente aisladas en las que el reo era incapaz de ver u oír nada de lo que ocurriera a su alrededor. Sin embargo todas las celdas eran visibles desde un punto central donde se situaba el vigilante, que veía sin ser visto. Así, el control se mantenía gracias a la sensación de los prisioneros de estar constantemente vigilados por unos ojos que ellos eran incapaces de ver. A través de la incertidumbre se conseguía la subordinación total de los prisioneros que, al interiorizar las reglas, se autocoaccionan de forma voluntaria ante la imposibilidad de saber si están siendo o no vigilados en todo momento.

Las ideas de Bentham influyeron a muchos. La descripción de su panóptico evoca irremediablemente a las arquitecturas que aparecen como escenario en las famosas novelas de Yevgueni Zamiatin y George Orwell. En el siglo XX se escriben numerosas distopías totalitarias en las que se describen aterradores mundos futuros en los que reina el conformismo universal de las masas dócilmente controladas por la tiranía benigna de un dictador individual o colectivo. Universos claustrofóbicos totalmente controlados socialmente a través de la imperceptibilidad de la vigilancia,“ el gran hermano te vigila”.

Ha pasado más de medio siglo desde que se publicara 1984 y casi el doble desde Nosotros y asusta lo premonitorio de las teorías utópicas que sus autores se atrevieron a imaginar. El concepto de control social desde la arquitectura ha dado un giro de 180 grados con la evolución vertiginosa de las nuevas tecnologías de la imagen. En una sociedad del miedo, en la que cada día somos bombardeados con millones de imágenes y noticias que muestran todos los peligros que nos acechan, la vídeo-vigilancia está totalmente justificada en benefició de nuestra propia protección. Pero el límite entre la vigilancia y el control no está claro.

Al registrar todos los movimientos de las personas no solo se le priva del anonimato sino que se coaccionan sus comportamientos, incitándolo a la autodisciplina. Nos encontramos ante una nueva tendencia social en la que sólo tienen cabida aquellos que aceptan las reglas del juego. La arquitectura y urbanismo del siglo XXI busca la docilidad de las masas y persigue a todos aquellos que se encuentran fuera de la norma, de lo preestablecido. De forma imperceptible la dictadura del Gran hermano se está convirtiendo poco a poco en una realidad.



Automatic Surveillance, del video-artista Genderhacker

“La progresiva implantación de las cámaras de vigilancia en espacios públicos, privados, lugares de trabajo, consumo y ocio, convierte ya en “invisibles”, las máquinas de visión que están dispuestas a conocer nuestros hábitos, nuestros “tics”, pero también nuestros deseos o intenciones. Este querer saber, convierte a la persona observada en personaje por efecto de la mirada ficcionante.” [05'48 min, DV PAL Color, Estéreo, Londres 2005]

Texto original publicado el 28 de noviembre de 2012 por ellipsem.

domingo, 16 de junio de 2013

ÁLVARO SIZA. Conversaciones con Valdemar Cruz.

Esta entrada consiste en una recopilación de algunas de las frases que he querido destacar del libro Álvaro Siza. Conversaciones con Valdemar Cruz. Espero que os sirvan de inspiración como me sirvieron a mí.

Álvaro Siza

En  Retratos con historias dentro Valdemar Cruz escribe:
- “Su profesión no es conceder entrevistas sino hacer arquitectura”; algo que el arquitecto suele decir a los periodistas que intentan desesperadamente concertar una entrevista.
- “contribuir a un mejor conocimiento del hombre que está detrás del arquitecto.”
- “Álvaro Siza es muy celoso de su intimidad”
- “lo importante es el sentimiento expresado por el poeta y no tanto cuándo manifestó esa admiración”.

En Confesionario, Álvaro Siza responde:
- “Realmente no me reconozco en el tipo de intervención destinada a dejar una firma introduciendo alteraciones significativas en nombre de nuestra época.”
- “Tiene que haber contención a la hora de introducir la nueva arquitectura.”
- “hay un no sé qué en la arquitectura que identifica a la ciudad”.
- “se trata de algo que tiene que ver con los hombres, con quién lo ha construido y con quien lo utiliza, y también con las propias formas”. Esta frase me parece interesante por el esfuerzo antropológico en defender que la arquitectura está hecha por personas para las personas.
- “el trabajo del arquitecto es un trabajo de diálogo, de atención; carece de arrogancia. Un arquitecto no trabaja solo, no está aislado mientras piensa cómo tiene que ser la casa. Por eso digo que los condicionantes son la herramienta más importante del arquitecto.”
- “entre el instrumento y el pensamiento existe una relación de influencia mutua.”

En Bonjour tristesse:
- “Hay un silencio visual que es muy necesario [...]. Sin embargo existe esa ansia de animación, una preocupación por ser muy alegre.”

En Prohibido prohibir:
- “las peticiones más importantes que se hacen al arquitecto son que sea barato, que no cree grandes problemas, y que no tarde mucho tiempo en concretar lo que pretende hacer.”; al leer estas palabras recibí una dosis de realidad porque muchas veces durante los años de estudiantes en las ETSAs pensamos que la figura del arquitecto es la de alguien muy importante en la sociedad, y lo es, pero no hay que engañarse, hay que ser realista.
- “Lo que es absolutamente preocupante es la desertificación durante el día.”
- “Se considera que prácticamente es imposible construir algo de calidad que pueda convertirse en patrimonio.”

Y para concluir usaré una frase que podría resumir brevemente la idea principal que he obtenido al conocer un poco más sobre Álvaro Siza; en Homenaje al maestro:
- “la arquitectura está muy ligada a las personas, al ser humano.”



BIBLIOGRAFÍA

- ÁLVARO SIZA. CONVERSACIONES CON VALDEMAR CRUZ; Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2007.

sábado, 8 de junio de 2013

Tadao Ando anduvo por Vitra

Que el hormigón de Tadao Ando es increíble ya lo sabe todo el mundo pero en verdad no lo sabes hasta que no lo experimentas y lo tocas por ti mismo.
Revisando las fotos que tomé cuando visité el Conference Pavilion de Vitra en Weil am Rhein no pude evitar recordar esa agradable textura del hormigón ¡Se merece una entrada en el blog!.

La entrada al edificio de Tadao Ando se hace yendo en fila india. Cuando te acercas, el muro que veis en las fotografías te aparta momentáneamente del paisaje y te acompaña hasta la entrada principal. Como curiosidad diré que todas las personas que visitan este edificio van caminando junto al muro deslizando a su vez la mano sobre el mismo para disfrutar de la sensación que produce al tacto.

© Carmen Valtierra de Luis

© Carmen Valtierra de Luis

La siguiente imagen muestra la entrada principal del edificio desde el interior. Por una estrecha puerta se pasa de la claridad del exterior a la oscuridad y estrechez del espacio interior. Más adelante el espacio se expande con amplios ventanales.

© Carmen Valtierra de Luis

© Carmen Valtierra de Luis

El edificio está semienterrado, es decir, que la cota por la que se camina en el interior es ligeramente inferior a la cota del exterior del edificio. Gracias a este detalle se consigue que, al mirar a través de las ventanas, la altura de los ojos queda a la altura de la línea del horizonte. Éste detalle se aprecia, por ejemplo, cuando uno mira pasar los coches. Los coches se mueven sobre la línea del muro.

© Carmen Valtierra de Luis

 Parece que el paisaje está representado en sistema diédrico, como si de una sección o un alzado se tratase.

© Carmen Valtierra de Luis

© Carmen Valtierra de Luis

Nunca pensé que el hormigón pudiera ser tan suave. Esta arquitecta no podía dejar de abrazarse a las paredes ¡Y yo tampoco!.

© Carmen Valtierra de Lui

domingo, 2 de junio de 2013

Álvaro Siza, Oporto, Portugal

Los motivos personales que me llevaron a leer ÁLVARO SIZA. Conversaciones con Valdemar Cruz son la empatía que despierta en mí la figura de este arquitecto y mi visita a Oporto con motivo del I Congreso Internacional sobre Ciudades, Culturas y Sociabiliades (1).

En este libro, Siza va contestando a las preguntas formuladas por el periodista Valdemar Cruz en un tono de diálogo donde nos va mostrando su opinión personal sobre la arquitectura o temas relacionados con ella, permitiendo ver así el lado afable y cercano de una figura tan prestigiosa dentro del mundo de la Arquitectura.
Destaca el carácter humano y cercano de la entrevista, supongo que además de la afabilidad del arquitecto también se deba al entrevistador. Aún siendo un prestigioso arquitecto de fama internacional, un star-architect, Siza no pierde su carácter  humano y personal, alejándose de esa prepotencia que caracteriza a otros tantos compañeros de la profesión que se muestran como personajes inaccesibles para aquellos que queremos conocerlos y que intentamos seguir sus pasos.

Es curioso el hecho de que su estudio comparta edificio con los estudios de Fernando Távora y Souto de Moura. También me gusta el hecho de que sea un personaje celoso de su intimidad, como describe Valdemar Cruz en el capítulo Retratos con historias dentro.

Álvaro Siza, siempre que sus viajes por el mundo se lo permiten, acude al restaurante Boa Nova en Leça da Palmeira, uno de sus primeros proyectos, para degustar no solo la comida sino también las vistas de ese entorno tan portugués.

Los temas del libro se pueden dividir en aquellos que tratan sobre la figura del arquitecto, aquellos que nos muestran su obra en Portugal y más concretamente sobre la ciudad de Oporto, y aquellos que tratan sobre la Arquitectura en general con figuras como Fernando Távora, Eduardo Souto de Moura, Frank O. Gehry y Rafael Moneo.

 
ÁLVARO SIZA. CONVERSACOPNES CON VALDEMAR CRUZ; gustavo Gili SL, Barcelona, 2007.

Aprovecho pues la oportunidad para analizar algunos de los aspectos que el arquitecto comenta sobre Oporto y sobre Portugal. Su visión respecto a algunos temas es crítica y crea polémica; él simplemente se muestra sincero en sus opiniones.

Uno de los principales problemas que llaman la atención nada más entrar en Oporto es el tráfico rodado. Esto es aún más plausible en el casco antiguo de la ciudad, donde trasladarse en automóvil es casi imposible por la complejidad del trazado que en su mayoría cuenta con vías de dirección única. Álvaro Siza explica que se debe a una intervención urbanística en la zona antigua de la ciudad con la intención de sanear las calles ampliando la anchura de las aceras. Siza opina que esta intervención no fue acertada y lo comparto después de comprobarlo empíricamente. Coger el coche para ir de un punto a A a otro B que aparentemente están cercanos en el plano, resulta una odisea de laberintos.
El problema es que, en ese afán por ensanchar las aceras en pro del peatón han aplicado una solución a una parte muy extensa de la ciudad en vez de a zonas o barrios concretos. De hecho pregunté a algunos ciudadanos – como es típico al llegar a una ciudad nueva- cómo llegar a un determinado lugar, y ninguno de ellos supo decirme cómo hacerlo en coche, recomendándome muy amablemente que lo aparcara y que continuara a pie o en taxi.

Los puentes son otra característica de la ciudad, ya que convive con la desembocadura del río Duero. Los puentes configuran la vista de Oporto desde el otro lado del río; son los principales puntos de vista para obtener una perspectiva de la ciudad en conjunto. Además los puentes condicionan las entradas a la ciudad como si fueran las puertas de la muralla que el río Duero supone.

Como comenta Álvaro Siza, Oporto sufre un problema de desconexión entre algunos barrios de la ciudad que aparecen como bolsas de edificios residenciales. Además el Duero supone una barrera importante que divide a la ciudad pero Oporto también tiene otros condicionantes topográficos como son el mar y el relieve, que obliga a solucionar desniveles muy pronunciados.

Pero esta desconexión interna, como dice Siza, se debe a la mala planificación de la ciudad, donde el crecimiento muchas veces consiste en la aparición de un centro comercial, en torno al cual se crea una barriada de viviendas, todo ello aislado por espacios verdes no tratados, con arbolado más bien boscoso (un ejemplo de ello es la entrada a la ciudad por Ponte da Arrabida).
A Siza lo que le preocupa es la desconexión de esos barrios por el día más que por la noche. Acepta que puedan convertirse en los llamados “barrios dormitorio” donde las personas que los habitan, sólo acuden a sus casas para descansar al regresar del trabajo. Lo que le preocupa es la desconexión durante el día, es decir, que no haya vida pública, vida urbana.

Siza también critica la falta de espacios verdes dentro de la ciudad, porque aunque aparezcan esos espacios alrededor de los barrios antes mencionados, al no estar tratados acentúan esa desconexión. Son parques que no animan a ser transitados.

Otra peculiaridad de Oporto es la construcción de viaductos. Se planteó hacer esta importante operación urbanística a base de superestructuras creando ese tráfico subterráneo que caracteriza a la ciudad.
Cuando viajas en coche de pronto te introduces en un túnel dejando atrás una parte de la ciudad, una arquitectura determinada, y cuando sales de ese túnel esperas reconocer en los nuevos edificios que se te van apareciendo la arquitectura que antes dejaste. Pero no, la ciudad ha cambiado y vuelves a estar perdido, con lo que optas por seguir el sabio consejo de los ciudadanos autóctonos a los que habías preguntado hacía ya más de una hora: dejar el coche.
A éste trazado de puentes, túneles y direcciones únicas, hay que añadir el tranvía, que hace las veces de metro y que facilita el transporte urbano.
He bautizado a los viaductos como “túneles del tiempo y del espacio”, ya que nunca sabes por dónde vas a salir o en qué parte de la ciudad aparecerás. La sensación es como la de teletrasportarse de las películas de ciencia ficción, exagerando la comparación.

Aproveché para visitar la Casa da Música de Rem Koolhaas. Siza la menciona como una actuación acertada en el espacio urbano pero no comentaré nada más al respecto porque el tema da para una entrada en el blog en exclusiva. También visité la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Oporto que el propio Siza proyectó. Me pareció un edificio muy propio de éste arquitecto portugués aunque su entorno haya sido tratado con descuido en las intervenciones posteriores, que no se llevaron a cabo por Álvaro Siza.
 
Con respecto a Portugal, Siza también es crítico, sobre todo con la Administración Pública y el modo de trabajar en comparación con otros países en el norte de Europa. En Holanda o Alemania, por ejemplo, el proyecto es el proceso al cual se le dedica más tiempo dada su importancia. Así, después son estrictos con los plazos de entrega, teniendo más formalidad en la fase de ejecución y tardando menos tiempo en el proceso de construcción. Sin embargo, en Portugal, según comenta Siza, al proyecto se le dedica menos tiempo y atención de lo que se debería, y critica también la informalidad de la Administración Pública en los plazos de ejecución o con los presupuestos, que dan lugar a retrasos muy prolongados en el tiempo, cambios no previstos en el proyecto, modificaciones posteriores e incluso a la no construcción del edificio proyectado. Siza añade que esto no solo curre con los organismos públicos, sino también con los promotores privados porque es algo que ya se ha convertido en una costumbre del país.
En el fondo, cuando leí estas observaciones que Siza hace sobre Portugal, no pude evitar pensar en España.

El arquitecto portugués recalca que ante un proyecto en Portugal no existe certeza absoluta sobre su construcción ya que a él mismo le ha pasado que teniendo firmados proyectos buenos y que funcionaban – siempre dicho con modestia -, no se han llevado a cabo por cuestiones políticas, que a veces ha supuesto la sustitución de un proyecto por otro.

Álvaro Siza también critica aquí la mala planificación del territorio en su país, y lanza una flor a los urbanistas españoles diciendo que es digno de admirar la ordenación territorial en nuestro país.
En España se opta por una edificación más concentrada, ocupando menos superficie, en oposición a algunos países del norte de Europa, donde enseguida aparecen extensiones de terreno ocupadas con barrios residenciales a base de viviendas unifamiliares. Siza no dice que esto en si mismo sea algo negativo, dice que esto, dependiendo del contexo y de la escasez o no del suelo será una respuesta más o menos adecuada, pues en algunas zonas de EEUU o Canadá, donde abunda el terreno virgen, es algo que se puede hacer.

Otra característica importante de Portugal que llama bastante la atención y que se aprecia muy bien en Oporto, es la costumbre de descuidar los edificios ya construidos. Esta dejadez es tal que en ocasiones llega a la ruina de los edificios.
En cierto modo el paso del tiempo reflejado en los edificios es algo que dota de cierta personalidad y en mi opinión contribuye a esa belleza pintoresca de las ciudades portuguesas. Pero todo ha de ser con moderación. Siza explica cómo el patrimonio portugués muchas veces se destruye por culpa de ese olvido procedente de las Administraciones Públicas, pero también de los ciudadanos en general. Se puede decir que en Portugal siguen la ley de construir y esperar hasta la ruina para demoler y volver a construir.


Sin duda os recomiendo este pequeño libro que se lee facilmente y que anima a seguir investigando más y más sobre Álvaro Siza y su obra.